FIN DE SEMANA DE PROMESA DEL DISCIPULADO DE BIENES: CONFIANDO A DIOS NUESTRO TESORO

 

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

La semana pasada, en cada Misa del fin de semana, hablé sobre la importancia de devolver a Dios en gratitud por sus muchas bendiciones y confiarle cada aspecto de nuestras vidas, incluyendo nuestras finanzas. Hoy, muchos de ustedes responderán al llamado del Señor, prometiendo a devolverle a Él las bendiciones que nos ha dado. Este es un paso significativo en la profundización de su relación con Dios y el reconocimiento de Él como la fuente de todo lo que tenemos.

Es posible que algunos de ustedes prometerán por primera vez, yendo más allá de las ofrendas ocasionales para hacer un compromiso planificado, colocándolo al pie del altar. Tal vez has estado dando constantemente, pero te sientes indeciso acerca de la promesa, y hoy estas eligiendo a confiar en la promesa de un diezmo parcial. O tal vez has sentido un deseo de cambio en tu vida, y ahora, con fe, estás haciendo un compromiso de diezmo completo. Otros de ustedes que han estado diezmando pueden estar prometiendo a continuar o aumentar sus donaciones.

Al hacer una promesa, estás reconociendo la generosidad de Dios y tomando la decisión de darle gracias. Este acto de confianza transformará su relación con Él. El verdadero diezmo requiere confianza en Dios, y Dios nunca decepciona. Cuando le damos aunque sea una parte de nuestra confianza, Él hace maravillas con ella. Recuerdo cuando por primera vez dejé el apego a los bienes materiales; Dios me proveyó abundantemente, y encontré una felicidad que ni siquiera podría explicar.

El Señor conoce nuestros corazones. Como pregunta el salmista, “¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?” (Sal 116,12). Nuestro dar es un acto de gratitud, que refleja el amor sin límites de Dios, especialmente a través del sacrificio de Jesús en la cruz. Al ofrecer su vida, Cristo nos mostró la forma más pura del amor que se da a sí mismo. Por eso, dar es algo más que una opción económica: es una forma de confiar en Dios y vivir en Cristo. Cuando se hace con un corazón alegre, se convierte en un acto de fe transformador, que nos lleva a habitar y permanecer en Él (cf. Jn 15,4).

Mientras continuamos nuestro camino para convertirnos en discípulos de Cristo, no olvidemos lo más importante que podemos hacer: rezar. En el evangelio de Marcos de este domingo, oímos a Jesús hablar de la venida del Hijo del hombre con poder y gloria. Nos recuerda que, aunque no sabemos el día ni la hora, estamos llamados a permanecer vigilantes y preparados (Mc 13, 24-32). Esta llamada a estar preparados nos invita a examinar dónde están nuestros corazones y nuestros tesoros, asegurándonos de que estamos arraigados en Dios, confiándole todo lo que tenemos.

Al dedicar nuestros recursos a Su servicio, nos alineamos con Su reino y nos preparamos para Su venida. Nuestro discipulado de bienes se convierte en una forma de vivir en fiel anticipación, una ofrenda que mantiene nuestros corazones cerca de Él. Así como el Señor reunirá a sus elegidos desde los cuatro rincones de la tierra, nuestras fieles ofrendas de hoy nos ponen en comunión con Él y fortalecen a la Iglesia mientras esperamos su regreso.

Si no va a hacer una promesa este fin de semana, los animo a que recen. Tendremos las tarjetas de promesa en las bancas durante una semana, y el próximo fin de semana, tendrán otra oportunidad de rellenar una. Esta semana, los invito a pensar en oración en todas las diferentes maneras en que el Señor le ha bendecido y sobre lo que realmente le impide dar de nuevo a Él. Puede que descubras algo de lo que no te habías dado cuenta antes: orgullo, apego a algo, miedo, falta de confianza en el Señor. Pregúntale y Él te responderá. Llévaselo a Dios en oración y Él te guiará.

En Cristo,

P. Félix P. Medina-Algaba 

Pastor